
¿Cuál es el mayor arrecife de coral del mundo?
En algunas regiones, especialmente en la zona intertropical y cerca de la costa, se desarrollan enormes arrecifes que actúan como refugio para la biodiversidad, y que el cambio climático está poniendo en riesgo
Un arrecife es una estructura masiva, hecha de carbonato de calcio, secretado por corales, que se ha ido formando durante largos períodos de tiempo. En el fondo quedan los viejos esqueletos, sobre los que van creciendo nuevos organismos, que terminan por formar estructuras nuevas que, con el tiempo, se agregarán a la estructura.
Arrecifes de coral en el mundo
Los arrecifes de coral se desarrollan allí donde los corales con exoesqueleto calcáreo, del grupo Scleractinia, pueden crecer masivamente. El factor limitante más importante para su formación es la temperatura; por debajo de los 20 °C es difícil que se desarrollen. Crecen siempre cerca de la costa, aunque a cierta distancia ya una profundidad suficiente como para no quedar expuestos durante la marea baja, pero no demasiada como para que no llegue la luz.
Forman con frecuencia barreras físicas que separan el mar abierto de la zona litoral, con la que protegen la costa del impacto de la marejada, permitiendo el asentamiento de extensas praderas submarinas y manglares. Muchos animales encuentran, además, refugio en el arrecife, y lo eligen como área de cría. De hecho, funcionan como reservorio de biodiversidad: aunque los arrecifes de coral apenas ocupan el 0,1 % de la superficie, representan el hábitat de hasta el 25 % de las especies marinas conocidas.
Existen grandes arrecifes de coral en todos los continentes, excepto en Europa. En América destaca el Sistema Arrecifal Mesoamericano, el segundo más extenso del mundo y el tercero en longitud, que bordea las costas de México, Belice, Guatemala y Honduras. De menor tamaño son los arrecifes de Florida y la barrera de Andros, en las islas Bahamas.
Entre los continentes africano y asiático, en la frontera representada por el mar Rojo, se extiende un arrecife de coral que recorre la costa. Ya en el océano Índico, hay todo un sistema de arrecifes en las islas Maldivas; y en el sudeste asiático encontramos el conocido Triángulo de Coral, que se adentra en el Pacífico. En el archipiélago de Nueva Caledonia, finalmente, se encuentra el segundo arrecife más largo del mundo —aunque no tan extenso como el mesoamericano—.
Pero para encontrar el mayor de todos los arrecifes, debemos viajar hasta Oceanía, a la denominada Gran Barrera de Coral.
La Gran Barrera de Coral
Partiendo de la costa sur de Papúa Nueva Guinea, la Gran Barrera bordea la costa nororiental de Australia hasta la ciudad de Bundaberg, en Queensland. Con una longitud de más de 2300 km, una anchura que varía entre los 60 y los 250 km, y una extensión aproximada de más de 348 000 km², este masivo arrecife se considera la estructura viva más grande del mundo.
Sin embargo, la Gran Barrera no es, en realidad, una sola unidad, se trata más bien de un conjunto de unos 3000 arrecifes menores, que se suman a más de 650 islas continentales y a unos 300 cayos coralinos.
Esta estructura colosal alberga a más de 600 especies de corales y 1625 especies conocidas de peces. Además, se pueden encontrar hasta 4000 especies de moluscos y unas 1000 de equinodermos. Se han registrado hasta 30 especies de cetáceos, además de otras especies de mamíferos marinos, como focas o dugongos.
La lista de especies aumenta con 14 especies de serpientes marinas, 133 especies de tiburones y rayas, y seis de las siete especies de tortugas marinas conocidas llegan al arrecife para reproducirse.
Por encima del agua, los arrecifes de la Gran Barrera de Coral y sus islas asociadas reciben la visitada cada año de 215 especies de aves, de las cuales 22 son marinas, y 32 son aves ligadas a la costa.
Los peligros de la gran barrera
El clima del planeta está cambiando rápidamente. Aunque el mar tiene cierta capacidad de atemperar estos cambios, el aumento de la temperatura en el agua genera un impacto en las poblaciones de corales, lo que se ha dado en llamar blanqueamiento del coral. Las algas microscópicas que habitan en el interior de los corales son expulsadas, y a consecuencia de ello, los corales pierden su color —de ahí el nombre— y son mucho más vulnerables a cualquier perturbación. En solo cinco años, las olas de calor marino sucesivas han desencadenado tres eventos de blanqueamiento masivo en la Gran Barrera. El blanqueamiento del coral se puede revertir, pero solo si las condiciones ambientales vuelven a ser óptimas.
Además, el océano absorbe grandes cantidades de carbono atmosférico, que se disuelve en el agua, acidificándola. Los exoesqueletos de los corales, como los de muchos otros animales marinos, están compuestos de carbonato cálcico, muy sensible a la acidez. Este problema se suma a la mayor frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas y ciclones, o inundaciones en tierra firme, que arrastran grandes cantidades de sedimento hacia la Gran Barrera, aumentando así la erosión.
Otros problemas que llegan desde tierra, y que afectan a la salud del arrecife, son las actividades antrópicas. La agricultura y la acuicultura, la minería, el desarrollo industrial, portuario y urbano o la masificación de las costas contribuyen al empobrecimiento de la Gran Barrera, ya sea por los vertidos, por la alteración de los ecosistemas costeros, por la disrupción de ciclos naturales, o por daños directos.
Afortunadamente, se están llevando a cabo medidas de protección y restauración de los ecosistemas arrecifales, que sumado a políticas que prioricen la sostenibilidad, podrían llegar a frenar este declive e incluso revertirlo.